Tras ser proscrito en su país (Islandia) por asesinato, Erik Thorvaldsson, también conocido como Erik el Rojo se echó a la mar navegando hacia el oeste hasta encontrar, en el año 982, una enorme isla a la que llamó Grønland, formando el primer asentamiento vikingo.
Considerada la segunda isla más grande del planeta, tras Australia, y pese a que su nombre significa Tierra verde, el 84% de Groenlandia está cubierta por el hielo, lo que la convierte en la segunda reserva mundial después de la Antártida.
Habitada por indígenas americanos desde unos 3000 años a.c. aunque no de forma continua, fue en el año 986 cuando poblaciones nórdicas procedentes de Islandia colonizaron su costa meridional. 275 años más tarde pasaron a depender de Noruega, cuya ocupación duró hasta el siglo XV. En 1814 Groenlandia pasa a pertenecer a Dinamarca, de la que obtiene la autonomía en 1979.
La población, de aproximadamente 61.000 habitantes (de los cuales el 87% son groenlandeses, una mezcla entre inuits y europeos) se concentra en las costas, sobre todo al suroeste, en Nuuk, la capital, dejando el interior de la isla totalmente deshabitado.
Fuera de los núcleos urbanos, no existen carreteras, por lo que para ir de una población a otra ha de hacerse en avión o barco, o por tierra en trineos o motos de nieve. Los dos únicos semáforos de toda Groenlandia se encuentran en la misma calle de Nuuk, la capital.
Groenlandia tiene, a día de hoy, la mayor tasa de suicidios por habitantes del mundo, y una de las más altas en ingesta de alcohol.
El hijo de Erik el Rojo, Leif Erikson, partiendo desde Groenlandia, llegó a lo que hoy es Canadá, por lo que es posible que cuando Colón estuvo en Islandia en 1477 le contasen de la existencia de una tierra entre Europa y Asia.
Como curiosidad, el peso de la capa de hielo que soporta Groenlandia ha hundido la plataforma continental 300 metros por debajo del nivel del mar. Si esta capa se derritiese, el nivel del mar podría elevarse hasta 7 metros.
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